Si es que no escarmiento. Hoy estoy agotado, sin fuerza ni para corregir un triste examen de conjugaciones verbales. Pero ya estoy preparándome para liarla otra vez a la vuelta de las vacaciones: como ya he terminado la traducción, voy a encargarme de las dos tardes de la biblioteca. Y en ese tiempo voy a tratar de remover los espíritus artísticos y las conciencias del instituto. ¿Puede una sola persona ser como una piedra que inicie una avalancha? ¿Qué capacidad de acción y de impulso tienen los jóvenes? Desde que soy profe he querido impulsar, crear. Liarla. Pero siempre estaba de paso. De prestado. Ahora estoy en mi casa. ¿Por qué no aplicar la regla de oro (“Si no daña a nadie, haz lo que quieres”)? Así que voy a hacer lo que quiera. En quince días empieza. Nos vemos en la Red.
J.