No era tan estúpido como para no darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Pero aún así dejaba que sucediera. Porque era más fácil. Porque era menos peligroso. Porque quizás, se decía, la Ciudad necesitase a un héroe de verdad para ser salvada, no a él. Porque tal vez de este modo no acabase muriendo. Porque en definitiva era Sombra, y llevaba toda la vida huyendo, y ahora mismo huir era penetrar en el corazón de las tinieblas para abrazar a una muchacha de pelo azul. Que es lo que deseaba hacer en ese momento más que ninguna otra cosa.
El Libro de Sombra, Capítulo 10, Un baile de máscaras.
J.