Adiós. Sí, adiós. Adiós para siempre. Porque te vas.
Y si te vas, la persona que eres desaparecerá en el camino. Nunca volverás. No tú. No esa tú que eres aquí y ahora, que no ha ido todavía a esos otros lugares. Esa tú morirá en cuanto inicies tu viaje. Porque el viaje nos transforma. Siempre. Y la persona que regresa es distinta a la que se va. Siempre. Aunque conserve quizás parte de sus recuerdos, y de sus rasgos, y tal vez hasta de sus deseos y esperanzas. Pero es otra persona.
Eso no es malo. No por sí mismo. Tampoco bueno. Simplemente es, como tantas cosas. Y hay que aceptarlo, y vivir con ello. Así que yo me quedaré aquí, iniciando mi propio viaje. Continuándolo si lo prefieres. Porque no es posible vivir sin viajar en el espacio y en el tiempo. Y aguardaré a que cuando regreses me permitas conocer a esa que eres. Que serás.
Así que adiós. Nos veremos.
J.