La clase más difícil es esta:
Una clase que comienza con quince y treinta y cuatro, y exclamaciones de sorpresa, burla, incomprensión. Una clase que continúa por paseos por el Duero, por álamos. Que cruza inevitablemente por un olmo seco. Que termina entre recuerdos y paseos en soledad. Que termina con comprensión, con amor, con tristeza enorme por la pérdida.
Este año no he dado esa clase. Y la he echado de menos.
J.