Hoy me siento cansado, por fuera y por dentro. Con ese cansancio que te pide derrumbarte, acurrucarte, recomponerte. No importa. Porque montaña tras montaña, descenso tras ascenso, he ido comprendiendo la inmutable verdad de que todo sigue. Y eso, cuando realmente lo entiendes, te ayuda a disfrutar de lo bueno, a continuar tras lo malo. Porque todo sigue, porque todo cambia. Porque tras la magia de la cima de la montaña viene el cansancio, porque tras el cansancio viene la siguiente montaña. Lo único que impide el ciclo es quedarnos quietos, estáticos, sin crecer, sin cambiar. Lo único que me dejaría estático es la muerte. Ser feliz es estar vivo. Sentir dolor es estar vivo. Al final, estar vivo es lo único que importa. Ayer montaña. Hoy cansancio. Mucho. Así que me dejaré caer, me acurrucaré, me iré recomponiendo. Y el fluir del tiempo decidirá cuando se aproxima la próxima montaña.