Escribimos para sacar lo que tenemos dentro, escondiéndolo a la vista de todos. Para pedir perdón. Para decir te quiero. Para explicar que siempre te quise y no supe decirlo. Para no olvidarlo. Para poder olvidar el daño que me hiciste. Que te hice. Para ocultar que el mundo no es como querríamos. Para dar forma a la soledad, al silencio, al miedo. Escribimos para no ser. Para ser otros. Para que tú seas. Un segundo al menos. Escribimos sabiéndolo todo. O sin saber cómo. Dejándolo siempre a medias, porque hay cosas que no se acaban nunca. Como en la vida. Cuatrocientas páginas para decir adiós, y al final poner “continuará”. La historia es sólo una madeja de otras historias. La mía, la tuya, la suya. Escribimos para que parezca que es recta, y tiene sentido, pero no es así. Nunca es así. Por eso seguimos escribiendo.
J.